Día Nacional del Inmigrante

De la hospitalidad a la exclusión más cruel Compartimos comunicado de CAREF.

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El 4 de septiembre de 1812 el Primer Triunvirato firmó la primera norma sobre inmigración. En ella, el gobierno ofreció “su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio”, y sentó las bases de recepción y derechos que luego reforzó la Constitución Nacional.

Argentina tiene una larguísima tradición de hospitalidad, evidente en las dos leyes migratorias aprobadas por el Congreso de la Nación (una en 1876, la otra en 2003) y en los millones de familias que durante más de dos siglos se conformaron y consolidaron a partir del amor, el respeto y el cuidado entre personas argentinas y migrantes.

  • Por eso, el pasado y el presente de la inmigración es, a la vez, la historia de la nación y la historia de millones de personas argentinas y extranjeras.
  • Por eso, las políticas migratorias afectan tanto a las personas migrantes que viven en el país como a sus familias.
  • Por eso, rechazamos el DNU 366/2025 que modificó la Ley de Migraciones vigente, horadando la dignidad y los derechos de quienes eligen vivir en Argentina.

De las numerosas modificaciones introducidas por el DNU 366/2025, en esta oportunidad interesa señalar las más crueles.

  • Por primera vez en nuestra historia, el acceso a la radicación permanente depende de la solvencia económica y de la decisión discrecional de la Dirección Nacional de Migraciones. El dinero hace la regla…
  • Por primera vez en nuestra historia, madres, padres o cónyuges de personas argentinas no pueden obtener la residencia permanente en virtud del lazo de parentesco.
  • Por primera vez en nuestra historia, veremos niñas y niños argentinos con madres o padres sin derecho a una residencia permanente garantizada por la ley. ¿Cuál es el sentido de debilitar y poner en riesgo a miles de familias?
  • Por primera vez en nuestra historia, sólo quienes cuenten con DNI de residente permanente podrán acceder al sistema público de salud en igualdad de condiciones que las personas argentinas.  El resto, solo podrá acceder en casos de emergencia.

Volvamos a los niñas y niños hijos de padres migrantes. Quienes sean argentinos podrán acceder a la vacunación, a la atención ante cualquier enfermedad, a un tratamiento médico. Pero sus hermanas y hermanos migrantes, sin residencia permanente, sólo lograrán atención médica si sus padres pueden pagarla.

Padres y madres de niñas y niños argentinos padecerán largas enfermedades por las que no podrán acceder a tratamientos. Varones y mujeres nacionales verán cómo su país le niega la atención a sus parejas.

De ahora en más, distintos integrantes de una misma familia tendrán acceso desigual a la salud pública. ¿Qué ganancia puede haber con tan clara y cruel discriminación?

A partir del DNU 366/2025, más personas quedaron sin acceso al sistema público de salud (salvo en casos de emergencia). A saber:

  • las personas migrantes con DNI de residencia temporaria;
  • las personas migrantes con trámite de residencia en curso;
  • las personas solicitantes de asilo que han iniciado el trámite para que se las reconozca como refugiadas;
  • las personas reconocidas como refugiadas, que cuentan con un DNI de residencia temporaria.

Diversas instituciones públicas y de la sociedad civil ya hemos tomado contacto con decenas de personas migrantes de todas las edades que viven regularmente en nuestro país y padecen graves problemas de salud. Estas personas ya no reciben la atención requerida, incluso a pesar de las denodadas gestiones de los propios equipos de salud de los hospitales públicos.

En el campo de la salud está firmemente demostrado que prevenir es mejor (y más barato) que curar, y que la detección y atención tempranas reducen riesgos y costos, tanto económicos como epidemiológicos.

¿Con qué moneda se saldan el sufrimiento y las muertes por abandono institucional?

Ninguna sociedad mejora dejando atrás a sus niños, a sus ancianos, a sus enfermos.

En el Día Nacional del Inmigrante, llamamos al gobierno nacional y a los gobiernos locales a dar marcha atrás con estas medidas inconstitucionales,  de altísimo costo social, sanitario y epidemiológico. 

(…) hace justicia al huérfano y a la viuda, ama y da alimento y vestido al extranjero que vive entre ustedes. Ustedes, pues, amen al extranjero, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto. – Deuteronomio 10: 18

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